En abril de 2001, Portugal cambió las penas por consumo de drogas. Antes de ese año, el que poseía, el que compraba y el que tomaba drogas, afrontaba una pena de cárcel. Pero desde entonces, el país luso tiene una solución efectiva: hacer este uso de las drogas conlleva multa económica o una inserción voluntaria en un programa de tratamiento. Esto supuso un referente a nivel mundial.
El doctor João Goulão, director del Servicio de Intervención en Comportamientos Adictivos y Dependencias (el SICAD) reconoce que la solución que aplica Portugal no es la descriminalización del consumo, sino “las políticas de reducción de daños y de reinserción social”. El consumo de estas sustancias no varía de forma notable en estos 15 años, pero sí los efectos secundarios que estas pueden conllevar, como las muertes por sobredosis o los contagios de enfermedades infecciosas.
Traficar con sustancias estupefacientes sigue considerándose delito cuando la persona las tenga de forma que exceda “la cantidad necesaria para el consumo medio individual durante diez días”, es decir, entre 15 gramos (de cocaína o heroína) y 20 (de cannabis), según el Tribunal Supremo.
Por otra parte, Paula Teixeira da Cruz, ministra de Justicia del anterior Gobierno conservador, se mostró a favor de legalizar la venta de ‘drogas leves’ en farmacias. Ahora el gobierno portugués se plantea la despenalización del cultivo personal – algo que sí conlleva cárcel – y la creación de clubes de consumo. Estos clubes tienen presencia en España, como el MADFAC (Federación Madrileña de Asociaciones Cannábicas) y los CSC (Clubs Sociales Cannábicos).
Desde que se pusiera en marcha la nueva norma, el consumo se mantuvo estable, y las mafias no tomaron en control. La proporción de drogadictos es parecida a la de 2001 y el consumo varía según afecta la crisis económica. En lo que más ha mejorado la organización es en la política de prevención y tratamiento, algo a lo que se debe dar importancia; centrarse en la solución más que en el problema.
El director del SICAD también subraya que esta política de prevención consigue otro de los objetivos perseguidos: retrasar el inicio del consumo, el cual se encontraba entre los 12 y 13 años.
Con estos procedimientos llevados a cabo por Portugal, +, consumirlas y venderlas sin consecuencias. Todo sigue siendo ilegal. Por lo tanto no es una legalización. Sin embargo, sí hay una modificación de las consecuencias por poseer o traficar con este tipo de sustancias.
«Ahora nos señalan como a un ejemplo a seguir, como el mejor ejemplo del espíritu de la Convención», destaca el doctor Goulão. Al principio estas medidas fueron consideradas como inestables y pasajeras por la comunidad internacional. Ahora, Portugal es considerado un ejemplo a seguir.
Y todo gracias a un cambio de concepción, que trabaja la prevención y la divulgación de los riesgos en el consumo de drogas duras y blandas. Un sistema que sostiene que una población formada en las consecuencias del consumo será la que mejor podrá tomar la decisión, sabiendo de antemano los efectos sobre su propio cuerpo.
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